Dos días en Bruselas, trabajando con la plataforma Culture Action Europe, que reúne las principales redes europeas del arte y la cultura.
Esta plataforma es la responsable de la campaña We are more que hace dos años aboga y hace lobby en las instituciones europeas (Comisión, Consejo, Parlamento) para ampliar el papel de la cultura en el proyecto europeo. Atención, no sólo en lo económico (pues importante es que el nuevo programa Europa Creativa 2014-2020 tenga un presupuesto mejor que el actual programa Cultura 2007-2013) sino también en lo transversal (por ejemplo, los fondos estructurales 2014-2020 debieran tener ventanas sobre cultura, sobre este último tema, mi post anterior).
Bien, con esta conferencia Culture Action Europe quiere ir más allá, y quiere “empujar” a sus miembros hacia una mayor presencia de la cultura:
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en los debates políticos sobre la construcción europea
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en los debates políticos sobre lo que hoy significa desarrollo y bienestar.
Mi ponencia ha tratado de aportar ideas sobre la relación entre desarrollo sostenible y cultura. He defendido que:
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Los actores culturales tienen que tener plena consciencia de cuál es el actual paradigma del desarrollo.
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Este paradigma es un triángulo: economía, inclusión social y medio ambiente.
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Este triángulo en el mejor de los casos instrumentalitza la cultura (en lo peor, la ignora).
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Este triángulo no sirve para leer la realidad de hoy.
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Cuando un paradigma no funciona, tenemos toda la legitimidad (y la responsabilidad) para pedir un cambio.
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Sin los valores intrínsecos de la cultura (memoria, diversidad, creatividad, belleza, conocimiento crítico) no hay desarrollo.
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Un nuevo paradigma emerge con el nuevo siglo, no sólo desde el mundo de la cultura (Jon Hawkes, Tützing, Vaka Moana, Unesco, Agenda 21 de la cultura) sino también desde los que hoy lideran (Amartya Sen, Martha Nussbaum, Arjun Appadurai, Edgar Morin…) la reflexión sobre qué quiere decir “desarrollo” o “libertad”, y lo asocian a elementos de orden cultural.
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El nuevo paradigma, por lo tanto, incluye la cultura como cuarto pilar o dimensión del desarrollo.
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“Cuarto” no quiere decir “último” ni implica jerarquía alguna; “cuarto” quiere decir que la cultura se sienta en la mesa del desarrollo con su propia silla, en pie de igualdad con los otros tres.
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El sector cultural (“los profesionales”) tienen que repensar de qué manera se legitiman, de qué manera son percibidos por la ciudadanía.
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El sector cultural, ¿sirve los derechos culturales de la ciudadanía?, ¿o está al servicio de cierta excelencia y cierto elitismo?
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Necesitamos un sector cultural que se legitime a partir de los derechos culturales (de la gente, de los ciudadanos).
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Necesitamos que el sector cultural evolucione hacia una mayor presencia en los debates sobre desarrollo de Europa, una nación o una ciudad. ¿Cómo? Adoptando el lema “la cultura es el cuarto pilar del desarrollo sostenible” (el informe que escribí en el 2009 aporta una explicación más completa sobre esta propuesta).
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Necesitamos que la evaluación del impacto cultural se convierta en norma (como ya lo son la viabilidad económica, la equidad social y el equilibrio ambiental); esta evaluación tiene que estar basada en los valores intrínsecos de la cultura y el impacto sobre la ciudadanía.
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Necesitamos que Culture Action Europe (y en general las redes culturales europeas) conecten más explícitamente la relación entre desarrollo, proyecto europeo y ciudades.
¡Vamos!